-Por ahí dijo el Gato, señalando con su pata derecha vive un Sombrerero; y en esa otra dirección -y señaló con la otra pata- vive una Liebre Mercera. da igual al que visites... ¡Los dos están igual de locos!
-Pero si yo no quiero estar entre locos... -comentó la niña.
-¡Ah! Pero eso no puedes evitarlo -le dijo el Gato!-: aquí están todos locos. Yo estoy loco. Y tú también.
-¿Y cómo sabes que estoy loca? -preguntó Alicia.
-Tienes que estarlo a la fuerza -le contestó el Gato-, de lo contrario no estarías aquí.
"Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas", Lewis Carroll.

jueves, 31 de julio de 2008

PARA EL ANVERSO DE UN MARCALIBROS

He bebido mezcal bajo un volcán a lo largo de mis cien años de soledad, muy próximo a la guarida habitada por el gusano blanco, recreándome en el seno del fulgor proveniente del llano en llamas.
Una vez incluso tomé el camino de senderos que se bifurcan con dirección a Bomarzo, cual un gringo viejo, sintiendo como mis pies hollaban la hojarasca, en pos de un lugar llamado Milagro. Durante mi andar me crucé con Orlando, con Raffles e incluso con alguien que se denominaba a sí mismo el prisionero de Zenda. Al pie del retrato de Dorian Gray me participaron una noticia bomba mas mi alma rebelde acababa de escapar de los brazos de la edad de la inocencia y fue por ello que supe que Momo no era una historia interminable.
A lo largo de mi vida nunca he sido un marido ideal pero tampoco una mujer sin importancia así que lo de buscar el opus nigrum no me ha preocupado más que hallar el nombre de la rosa, enrostrarme con Moby Dick o asistir al festín que organizaba una tal Babette. Por todo eso entre las sombras en la hierba aguardo la primavera con una esquina rota, entre andamios y amares, sumido en un mundo patas arriba.
¿Cuándo retornará Emma de Brideshead? La echo de menos, rodeado por animales y más que animales que habitarán por siempre la granja desde 1984. Ya se me hace preciso subir a por aire, aquí abajo hay mucho calor, 451 grados Fahrenheit, y esto no es un mundo feliz en el que los androides compartan sueños con ovejas eléctricas como objeto, tal y como narran las crónicas marcianas entre las páginas dedicadas a los hechos acaecidos a los caballeros del rey Arturo. Así que tan sólo me resta saborear la fragancia de las uvas de la ira, por toda compañía un viejo y la mar, o al menos disfrutar con el perfume que de ellas emana.

Ea, he de reemprender mi viaje, sea Samoa su punto y final o tal vez, quizás, el ya más lejano centro de la Tierra por las hendiduras telúricas de un volcán islandés. Mas antes de partir me tomaré un tiempo para refrescarme con el buen vino y el queso ofrecidos en la taberna errante. Es cuanto preciso para saber acerca de las noticias del país.
¡Kim!, las campanas están doblando arrebatadas por todos nosotros, ¿acaso no las oyes? Hay que caminar, caminar hasta allí, en pos de los horizontes perdidos desde siempre...

Bosco fecit.

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