Los Diez Mil de Jenofonte: Otros islotes

-Por ahí dijo el Gato, señalando con su pata derecha vive un Sombrerero; y en esa otra dirección -y señaló con la otra pata- vive una Liebre Mercera. da igual al que visites... ¡Los dos están igual de locos!
-Pero si yo no quiero estar entre locos... -comentó la niña.
-¡Ah! Pero eso no puedes evitarlo -le dijo el Gato!-: aquí están todos locos. Yo estoy loco. Y tú también.
-¿Y cómo sabes que estoy loca? -preguntó Alicia.
-Tienes que estarlo a la fuerza -le contestó el Gato-, de lo contrario no estarías aquí.

"Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas", Lewis Carroll.

Otros islotes

Mientras la quilla del barco rompe las aguas digitales de la red los ojos del vigía encaramado en el carajo escrutan incansables el horizonte en busca de tierra. Con cuánta alegría profiere el grito cuando una mancha rompe la línea del mar: la promesa de pisar por fin una orilla.

Acá les dejo algunos de los islotes a marcar en sus cartas náuticas, donde reposar el cansancio de la singladura en busca de aire fresco para los pulmones.

A pesar de todo cuanto se pueda escuchar por ahí se ha reputado como un infundio la afirmación de que J. R. Iglesias sea guatemalteco. Tampoco, como podría desprenderse a partir de la escucha de cierto rumor que corre por los ámbitos literarios, le nacieron en un pueblecito perdido en medio de la Patagonia chilena, circunstancia que tras un corto exilio en París le habría convertido en un adicto a viajar en el subte sin rumbo fijo durante horas y horas.
Que se sepa jamás de los jamases ha soñado con dinosaurios, y, desde luego, propalar el bulo de que bajo los efectos del delirium tremens aquellos incluso alcanzaron cierta corporeidad no ha hecho ningún bien a su ya de por sí maltrecha reputación.

En cuanto a otro de los rumores, aquel según el cual figuraría en la lista de los más buscados por la Interpol, ha sido demostrado por su gabinete jurídico, contratado a golpe de talonario sin fondos, que tanto a éste como a los anteriores no hay que considerarlos más que maledicencias extendidas por los envidiosos.

Ahora bien, todo lo demás que hayan podido oír acerca de él desgraciadamente se ha reputado como cierto.

El jardín

Otros islotes

ANÁLISIS Y RESEÑAS