-Por ahí dijo el Gato, señalando con su pata derecha vive un Sombrerero; y en esa otra dirección -y señaló con la otra pata- vive una Liebre Mercera. da igual al que visites... ¡Los dos están igual de locos!
-Pero si yo no quiero estar entre locos... -comentó la niña.
-¡Ah! Pero eso no puedes evitarlo -le dijo el Gato!-: aquí están todos locos. Yo estoy loco. Y tú también.
-¿Y cómo sabes que estoy loca? -preguntó Alicia.
-Tienes que estarlo a la fuerza -le contestó el Gato-, de lo contrario no estarías aquí.
"Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas", Lewis Carroll.

lunes, 4 de octubre de 2010

...ME QUEDA LA PALABRA


¿De qué bosque ha venido esta
noche?
¿de qué cuevas?
¿de qué cubil de lobos?
¿de qué nido de las tumbas deslizándose
oscura, como el cuervo?


Badr Shakir as – Sayyab
Poeta iraquí contemporáneo




Exilios

Vino de allende el mar. Huía de una existencia que no le proporcionaba muchas esperanzas para el futuro. Procedía de una sociedad que no le garantizaba un trabajo digno. Atrás quedaban unas condiciones deplorables, sin una luz vislumbrada al final del túnel. Atrás dejaba familia y amigos, novia y otros seres queridos. En su corazón ardía la esperanza por encontrar tiempos mejores. Quizás en esa otra tierra hallara nuevas oportunidades. Un lugar donde desempeñaría su oficio con la destreza aprendida durante largas jornadas. O al menos así lo quería.
Y lo encontró, como tantos otros compañeros que le acompañaban en la larga marcha. Aquellos parajes constituían lo más parecido a una tierra de promisión.
El marine John Smith había llegado a Irak.



Carta abierta


Pronto llegará mi mamá. Ya no puede tardar mucho más. Ha bajado hasta el mercado por un momento. Seguro que traerá algo rico. Siempre se las arregla para hacerlo. A pesar de las limitaciones ocasionadas por la guerra nunca regresa sin algo para mí.

Cómo me encanta cuando lo hace. La sonrisa de la cara brilla sobre su tez oscura, rodeada por el vestido. En ese momento es cuando más la quiero. Por eso corro a abrazarla, riendo. Me recibe con sus dientes blancos coreando mis risas.
Ya no puede tardar, hace mucho que ha salido, y no acostumbra a emplear tanto tiempo. Un momento, oigo cómo suena la llave en la cerradura de la puerta, ahí está. Se entreabre y se muestra la luz de su sonrisa, cegadora, obligándome a cerrar mis ojos. Me deslumbra.
Vuelvo a abrirlos. No veo a mi mamá. Qué extraño, casi estaba junto a mí hace sólo un momento. En vez de ella se me acerca una mujer sonriente, pálida, vestida de blanco. Me llama la atención la media luna en color rojo bordada en su pecho.
Entre el dolor que súbitamente me sube por las piernas hasta el pecho sólo alcanzo a murmurar:
–¿Dónde está mi mamá?



N.A.: escritos en marzo y abril, respectivamente, del año 2003.



Bosco fecit.

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